Las rupturas amorosas dejan cicatrices profundas en la emocionalidad, siendo comunes los pensamientos recurrentes, revivir recuerdos, cuestionar decisiones, experimentar intensa rabia hacia la persona que se fue. Hay caminos para sanar.
El primer paso consiste en reconocer y validar los sentimientos, aceptar la avalancha de emociones como respuesta natural al dolor y el duelo, siendo la rabia la más poderosa, al manifestarse como resentimiento, deseos de venganza o ira latente. Los pensamientos recurrentes en forma de rumiación, suelen ser agotadores al convertirse en un ciclo sin fin que te atrapa en el pasado. Es necesario poder detener este ciclo e identificar los detonantes que inducen los pensamientos de rumiación: canciones, lugares, fotos.
Poner límites de tiempo, estableciendo momentos del día para pensar en eso, sin permitirlos fuera de este. Al sentirse atrapado en el ciclo, se debe dirigir la atención a una actividad que requiera concentración como leer, conversar con alguien más, escuchar música, hacer cosas diferentes. Escribir, plasmar tus pensamientos por escrito ayuda a desahogarse y ver las situaciones con más claridad e identificar patrones de comportamiento. La rabia aunque dolorosa, es una fuerza que se puede canalizar y convertir en actividad física transformadora.
El proceso de sanación es gradual, habrá días buenos y otros no tanto, pero enfócate en tus rutinas, recurre a tu red de apoyo, amigos cercanos, familia, retoma actividades que te agradan, prioriza el autocuidado.