Menú para un cuerpo feliz

Menú para un cuerpo feliz

Para funcionar y vivir a buen ritmo, sin que sus nervios y neuronas funcionen de más ni de menos, puede disponer importantes aliados que se hallan en la alacena o la nevera, e incluirlos en la dieta sin receta ni complicación: «los calmantes y tónicos naturales» que, según los expertos, podría recibir a través de la alimentación.

CAMBUR: el ansiolítico dulce. El cambur es rico en piridoxina (vitamina B6), un nutriente que interviene en la transformación del triptófano en serotonina (una sustancia relajante que reduce la ansiedad). Esta fruta también es rica en potasio, un mineral que contribuye a regular la presión arterial, también contiene otros compuestos (magnesio, ácido fólico, vitamina C y fibra) que levantan el ánimo y las defensas, alicaídos con el estrés. Los expertos aconsejan comer de medio a dos cambures diarios.

NARANJA: el cítrico antiestrés. Cuando el organismo se halla en estrés o ansiedad, se produce un bajón de las defensas orgánicas, que nos vuelve más vulnerables a contraer infecciones. También se provoca un mayor desgaste físico y mental, que merma nuestras energías, y es necesario aumentar el consumo diario de vitamina C. La falta de vitamina C, también ha sido relacionada con la depresión. Los expertos aconsejan comer dos naranjas diarias o beber su jugo para aportar toda la vitamina C que se necesita al día.

MIEL: polen y jalea, dulce remedio. Los alimentos y suplementos producidos por las abejas son una de las mejores fuentes naturales de sustancias reguladoras del sistema nervioso. La miel o comida de las abejas, ayuda a reponer fuerzas en casos de agotamiento nervioso, físico o intelectual. Una cucharadita a primera hora de la mañana basta para mitigar el cansancio matinal; mientras que su consumo habitual,  en sustitución del azúcar en todo tipo de platos y recetas, ejerce un efecto tónico y reforzador de las defensas del organismo.

CACAO: estímulo sabroso. Muchas personas consumen chocolate porque tiene la cualidad de elevar el ánimo, y los estudios indican que sus compuestos incrementan la secreción de serotonina (que transmite señales en el cerebro y los nervios) y endorfinas (sedantes naturales del organismo). El chocolate, además,  aumenta la producción orgánica de feniletilamina, un compuesto que el cerebro secreta cuando recibe un estímulo emocional, y contiene componentes como la teobromina y la cafeína, que estimulan la actividad intelectual y la agudeza mental. El cacao también contiene aliados de los nervios (vitaminas B1 y B9, magnesio, fósforo, potasio). En chocolate o polvo mezclado con leche, puede ser un dulce recurso para superar los bajones anímicos, pero su consumo excesivo puede ir en detrimento de la salud, debido a su alto contenido en grasas y azúcares.

ARROZ: vitalidad sin nerviosismo. El arroz es un alimento beneficioso tanto para el cuerpo como para la mente, a la liberación progresiva de energía que producen los carbohidratos complejos de este grano, se agrega el efecto calmante de su aminoácido triptófano y de sus vitaminas del grupo B (de efecto neuroregulador). El arroz es mejor tolerado que otros cereales con similares virtudes nutritivas pero que contienen compuestos que dificultan su digestión, como el gluten. Para mantener en buen estado sus nervios, incluya siempre el arroz en su dieta semanal, se asimila mejor si durante el día se toman otras comidas proteicas: legumbres, huevos, frutos secos, lácteos.

PAN DE CENTENO: para recuperar el ánimo. Muchas veces el desánimo y el mal humor se relacionan con un pobre aporte dietético de las vitaminas del complejo B. Una excelente forma de compensar ese déficit consiste en tomar varias rebanadas diarias de pan integral de centeno (100 gr de esta comida cubren el 40% de las necesidades diarias de B1 y una cuarta parte de las de B3).

SOJA: proteína del bienestar. Existen buenas razones para incluir en la mesa esta legumbre que los orientales consideran como el «grano de oro»: es el único alimento vegetal que aporta proteínas de cantidad y calidad equivalentes a las de las comidas de origen animal y contiene todos los aminoácidos esenciales que requiere el organismo. La soja y sus derivados ayudan a prevenir el cáncer, regular la actividad hormonal y evitar los problemas cardíacos, y al igual que otras legumbres, ricas en carbohidratos, proporciona energía en dosis constante, estabilizando el ánimo y la vitalidad. La llamada «super legumbre» también es rica en calcio y hierro: minerales esenciales para la trasmisión nerviosa y la oxigenación sanguínea y cerebral, y cuya carencia puede ocasionar falta de energía.

MANZANA: equilibrio de energía. La mayoría de las frutas no alivian el estrés, pese a ser ricas en carbohidratos, ya que no poseen la capacidad de estimular la secreción de serotonina, y por ello, el «hambre psicológico», que impulsa a comer emocionalmente, persiste después de haberlas comido. Una de las excepciones es la manzana, que se digiere rápidamente cuando se toma en ayunas, y que tiene un efecto equilibrante del azúcar en la sangre (glucosa) y por tanto de la energía con que cuenta el organismo. Los azúcares de esta fruta se asimilan y liberan energía de forma gradual, debido a que su abundancia en azúcares (fructosa), se compensa con una alta proporción de fibra soluble (pectina) que reduce el ritmo de la digestión. «Una manzana al día mantiene al médico alejado», reza el proverbio, y habría que agregar que «también mantiene alejado el cansancio y la falta de ánimo».

COMIDAS INTEGRALES, salud integral. El estrés produce un «hambre psíquico», porque reduce las reservas de serotonina, un neurotransmisor vinculado a la placidez, el bienestar y la saciedad, y que si escasea, causa una inquietud que lleva a comer en exceso. La presencia en la dieta de comidas sin refinar (granos, pastas, galletas, pan) aporta hidratos de carbono complejos, que mejoran el ánimo y reducen el estrés y el apetito (a la media hora elevan la serotonina, con un efecto tranquilizador que dura de 3 a 5 horas). El trigo, un cereal que puede comerse en forma de pan, harina, pasta, cuscús, seitán o germinados, es un buen ejemplo de la diferencia que existe entre un grano refinado y otro completo.

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